El Síndrome de la Niña Buena: parte 2

Cómo la niña buena puede convertirse en una mujer adulta y madura 

¿Cómo la niña buena puede convertirse en una mujer adulta y madura?

Puede resultarnos familiar observar en nuestro entorno o, incluso sentirnos identificadas en ciertos momentos de nuestra vida, el no saber detectar lo que realmente valemos. Que nos cause incomodidad recibir elogios al no sentirnos merecedoras de ellos y, por tanto, rechazar un acto bonito, amable y cariñoso de la otra persona.

Párate a pensar y reflexiona… ¿hace cuánto ocurre esto?

Posiblemente esto lo hayas experimentado desde niña.

Desde bien pequeña, has tendido a rechazar o, mejor dicho, has aprendido a no prestar atención a tus logros, capacidades o valías personales. Te has acostumbrado a poner el foco de atención en tu mundo externo; en búsqueda de aprobación, aceptación y complacer a las personas que te rodean.

Si esto ha sucedido así y se ha mantenido en el tiempo, es posible que algo bueno o malo te haya “beneficiado” para continuar con esta tendencia.

Síndrome de la Niña Buena 2.0 Silvia Gutiérrez Psicología
Photo by Ravi Roshan on Unsplash

Hablemos del Síndrome de la Niña Buena

Esto es lo que llamamos el síndrome de la niña buena, que comienza a desarrollarse en nuestra infancia y se prolonga hacia la adolescencia. Etapa de la vida en la que se forma la personalidad, se aprenden estrategias sociales y de comportamiento y, a lo largo de estos años, aprendemos a identificar las emociones.

Todo esto que has aprendido de pequeñita, es algo que has interiorizado y te resulta de lo más “normal” en ti ahora, en la edad adulta. Aunque, déjame decirte una cosa, querida niña-buena-adulta…, sitúa la mirada en el interior. Obsérvalo, es tuyo y valioso. No te hagas pequeñita en tu presente, eres grande aunque aún no lo creas. Si este sentimiento interno te resulta familiar, es momento de dar un giro a este comportamiento que te hace sufrir.

Cuando el Síndrome de la Niña Buena ocupa lugar en tu vida es realmente incómodo, gran parte de lo que has vivido se ha construido en base a las necesidades y deseos de los demás. Todo ello comienza a afectar ahora, ya que conduce al agotamiento emocional y se ve reflejado en tu día a día, en tus relaciones, en tu vida laboral y, por ende, en tu bienestar personal y equilibrio emocional.

¿Cómo cambiar ese tipo de conductas por otras mucho más saludables?

Niña buena, vamos a trabajar la persona adulta que mereces ser. Para ello, sé paciente, amable y cariñosa contigo. Sin un buen trato hacia ti, no conseguiremos el cambio.
Implica tiempo, por ello, trabaja a diario en ti misma y apóyate en las pautas que te daré a continuación:

  • Date el permiso para enfadarte. Aunque no lo parezca, el enfado, es una emoción muy necesaria. Como emoción que es, nos está indicando que algo no está bien. No nos hace sentirnos cómodas con nosotras y con el resto y nos indica que necesitamos un cambio, un límite, un espacio para expresarnos…, no podemos reprimirla. Escribe qué dice esa emoción, dedícate tiempo de escucha y préstale la atención que merece.
  • Haz visible el decir ‘’no’’: Comienza a poner límites para encuadrar tu valía. De esta forma, podrás ir acotando lo que necesitas y lo que ahora no quieres. Prueba en tu día a día con cosas más pequeñas y cotidianas para ir familiarizándote con las palabras, con las sensaciones, con las reacciones…
  • Atiéndete a ti misma. ¿Cuánto tiempo te dedicas? Es momento de marcar un espacio en tu agenda para tu tiempo contigo. El autocuidado es fundamental, ya sea físico, social, mental y emocional. Elige por dónde quieres comenzar, qué quieres implementar o mantener en tu rutina como imprescindible para cuidarte. Identifica esos momentos que te resulten gratificantes y házlos formar parte de tu rutina.
  • Estar disponible para ti. ¿Cuántas veces estás libre para los demás pero no para ti misma? Seguro que más de lo deseado. Vamos a calibrar la balanza para que haya más peso en el tiempo que te dedicas o que decides no dedicarlo a los otros para evitar el desgaste, exceso o la entrega desmedida. Saca un ratito cada día para estar contigo, solo contigo misma. No te coloques en el último lugar.
  • Presta atención a aquello que opinas de ti misma. Ten en cuenta que, todo aquello que te digas a ti misma de forma negativa, es todo el rechazo que te estás generando. Por ello, comienza a cambiar tu diálogo interno y todo aquello que expresas de ti de forma negativa, o minimizando tu valor, o infravalorando tu esfuerzo o neutralizando un logro.

¿Sueles dejarte llevar por las opiniones externas?

De la misma forma, es posible que, en muchas ocasiones te has visto actuando más por la opinión de los demás que por la tuya propia. Valora en ese momento: ¿qué has ganado con ello?

  • Trabaja el autoconocimiento. Hilando este punto con el anterior, identifica: ¿Quién soy?, ¿cómo soy?, ¿qué cualidades tengo?

Nos acostumbramos a atribuirnos rápidamente las cualidades negativas y no prestamos atención a las positivas, agradables, constructivas. Si realizas este ejercicio y respondes a estas preguntas, es posible que identificar tus cualidades positivas te resulte más difícil que las negativas.

Es normal, tu tendencia a ver a través de tus gafas de lo negativo no te ha permitido verte con claridad. Si esto ocurre, párate a pensar: ¿para qué necesito verme tan mal?, ¿qué necesidad tengo?, ¿qué puede estar pasando?, ¿por qué no logro verme de forma más agradable?

  • Conecta con tus emociones. Dedica unos minutos al día para chequear: ¿cómo me siento?, ¿qué emociones he sentido hoy?

Visualizarlas, sentirlas o dejarlas por escrito nos ayudará a familiarizarnos con ellas. Puedes empezar tu propio diario emocional.

Cada día, tómate la oportunidad de poner en práctica estas nuevas herramientas de ayuda para transitar este estado de niña-buena hacia un espacio más coherente y congruente con quien eres.

Una mujer adulta que dedica tiempo y presta atención a sus propias necesidades. Cada vez que hagas una de las dinámicas comentadas anteriormente, trata de felicitarte a ti misma. El refuerzo sin esfuerzo, no tiene sentido.

Anima a tu niña interior a divertirse contigo, a disfrutar de tu autocuidado y darle un nuevo modelo de confianza desde la mujer adulta, segura y orgullosa que eres.

Confía, en este camino, volverás a conectar contigo y te aseguro que será muy gratificante.

Descárgate aquí la plantilla que hemos creado de Diario Emocional – Síndrome de la Niña Buena:

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