Guía para hacerse entender: deja la culpa atrás y elige la responsabilidad

culpa y responsabilidad

Hacerse entender desde la responsabilidad, dejando la culpa a un lado

Cómo poder hacerte entender y que, definitivamente, te entiendan:

Muchas personas hacen esfuerzos reales (y extremos) para tratar de dar a entender aquello que quieren comunicar. Por el contrario, existen personas que se frustran o se cierran en banda cuando se sienten incomprendidos, creando un clima de culpabilidad hacia el otro: “Siempre igual”, “nunca me entiendes”,…

Con ello no digo que no sea cierto el hecho de no sentirte comprendida por el otro y que hagas grandes esfuerzos para ello. Ahora bien, en el momento en el que entramos en el bucle de la culpabilidad porque las cosas no salgan como nosotros queremos, hay algo que no estamos gestionando de una forma madura y adulta. Es decir, estamos queriendo que el otro solucione la situación con el ritmo, frecuencia e intensidad que desearíamos.

A través de la queja no logramos el cambio. A través de la acción, creamos movimiento. Por ello, echar la culpa a los demás, es una forma de evadir nuestros errores, nuestra responsabilidad y de no hacer frente a la situación.

“La gente está siempre culpando a sus circunstancias por lo que son. Yo no creo en las circunstancias. La gente que progresa en éste mundo es la gente que se levanta y busca las circunstancias que quiere, y, si no puede encontrarlas, las hace.” George Bernard Shaw

Con esta frase te invito a crear tus propias circunstancias, teniendo en cuenta todo aquello que te rodea, sea más fácil y más complejo. Valora que en todo este proceso de aprendizaje supone un grado más para tu autoconocimiento y el desafío de mantener el control sobre ti misma/o en todo momento.

Vamos a ir punto por punto, recorriendo estas 10 pasos para mejorar tu comprensión y expresión emocional:

  1. Tu mundo interno primero: Antes de buscar que el otro te entienda, hemos de definir qué es lo que quieres, qué necesitas o qué buscas comunicar. No solo la información en sí, sino también el propósito, tu “para qué”. Así será más sencilla la comunicación ya que irás con las ideas más o menos delimitadas. Sin embargo, abrir una conversación con las ideas vagas o difusas, solo te llevará a demandar al otro para que resuelva tu incógnita. Trayendo malentendidos y complicaciones en la relación. 
  2. ¿Cómo clarificar tu mente? Prioriza lo simple: sal a dar un paseo sin objetivo alguno, salvo caminar para que tu mente conecte con el fluir de tus pasos. Otra opción es coger un folio en blanco, boli y colores para dibujar y expresar a través de la escritura, el dibujo y las formas abstractas. Deja tus oídos libres o, a lo sumo, usa música inspiradora. Necesitamos tener la mente con cierta templanza para que todo tome más coherencia. Y balance entre lo que quiero comunicar y lo que me hace sentir.
  3. Implementa acción con emoción: Una vez que te has dado ese periodo de tiempo para elaborar y clarificar tus ideas, es momento de definir la parte objetiva. Aquella que quieres expresar (es decir el motivo, razón o idea inicial) y diferenciar de las emociones y pensamientos que te hacen sentir. Son dos partes complementarias pero fundamentales para que puedas comunicarte de una forma congruente con tus emociones.
  4. Es hora de compartir: Llegó el momento de expresar a la otra parte el motivo y lo que nos hizo sentir. Es importante que lo hagas desde una mirada de mostrar al otro ese nudo que necesitas soltar para liberarte de ataduras contigo. No se trata del otro, se trata de despejar ese bloqueo que te distancia y te oprime.
  5. Intuye cuál sería el mejor momento para ambos: Puede que te encuentres en la tesitura donde el momento que tu quieres (o que tu necesitas o sientes preparada) no sea el momento más receptivo del otro. Así que, ten paciencia y sé inteligente. De poco vale haber elaborado lo anterior si luego vamos a lanzar esa bomba atómica sin cuidado ni consideración alguna.
  6. Estamos en construcción: Entender la comunicación y comprensión como un proceso continuado. Que se va perfeccionando con el tiempo a base de nuevas experiencias y aprendizajes. Aprender a poner límites y expresarlos requiere exponerse a constantes situaciones y personas que pueden retarnos o enriquecernos.
  7. La apertura emocional no significa estar de acuerdo: No podemos exigir al otro que sienta lo que tú sientes o que esté de acuerdo a pesar del esfuerzo que estás haciendo para hacerte entender. El objetivo no es la aceptación incondicional del otro. Sino que, de primeras, puedas validar, respetar y aceptar tus ideas para poder desarrollarlas al otro con total seguridad. Recuerda que no se trata del otro, se trata de ti. De que puedas fortalecer tus valores, tu propio criterio y saber distinguir tus pensamientos, emociones y poder expresarte con mayor soltura y confianza.
  8. Apertura y reciprocidad: Hacernos respetar, expresar nuestros límites y sentirnos comprendidos es un proceso que nos lleva a construir nuestra propia aceptación personal. Después de todos estos pasos alcanzados, no quiero que te quedes solo con saber lanzar la pelota al otro para quedarte en paz contigo mismo, sino saber recibir el golpe de vuelta y aprender a mantenerte en el terreno de juego. 
  9. Cada escena es una oportunidad: La comunicación no se limita a un solo acto o escena, quizás necesita varios episodios para resolver la situación o quizás necesitamos más tiempo entre capítulo y capítulo.  Como si de una película se tratase, donde el argumento de la historia no se resuelve en una sola escena, sino que, en la gran mayoría de los casos, requiere varios acontecimientos que van construyendo esa comunicación asertiva. Sin duda, el tiempo amortigua el momento. Por ello, úsalo para integrar, procesar y permitir el cambio de pensamiento tanto propio como ajeno.
  10. No te lo tomes como algo personal, pero es algo personal: A veces nuestro ego es quien más se entromete en la conversación y acaba dominando nuestro SER haciendo que pierdas el control en tu comunicación. Por ello, cuida y marca esa distancia entre tu yo real y tu yo ego. Pon distancia sobre aquello que ronda en la conversación y obsérvalo sin hacerlo tuyo. Créeme que economizar sus esfuerzos y será más clara y simple la comprensión. Poco a poco sabrás diferenciar lo que es tu responsabilidad, de lo que forma parte del otro. Es así donde los límites los percibes más claros, no solo en la comunicación verbal, sino también en la no verbal y la sintonía emocional que hay en tu interior.

Solemos entender que poner límites al otro es la única forma de defendernos ante las agresiones, ataques, desacuerdos, etc. A mis pacientes me gusta llevarlos al terreno de la responsabilidad para que puedan actuar y no quedarse en una situación estática.

Por ello, poner límites implica dosis de autoconocimiento, capacidad de introspección y escucha interna, respeto por tus opiniones y una clara aceptación hacia ti misma/o.

Así que, poner límites al otro comienza por conocer y hacer valer tus propios límites.

Y si necesitas acompañamiento en este proceso, recuerda que estamos aquí para ayudarte, no estas sola/o.

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