El síndrome del impostor: qué es, por qué surge y cómo afrontarlo
¿Qué es eso del síndrome del impostor?
Si te estás preguntando «qué es eso del síndrome del impostor» estás en el post perfecto para que puedas entender qué es, por qué surge y cómo afrontarlo.
Fue en el año 1978 cuando la Psicóloga Clínica Pauline Clance acuña este término por primera vez tras años de estudio, motivada por el hecho haberlo padecido ella misma durante su etapa académica. Durante su investigación, Clance observó que algunos de sus estudiantes tenían dudas sobre sus capacidades y no se sentían orgullosos de sus logros.
¿Qué descubrió Pauline Clance y por qué acuñó este término?
Descubrió que existen personas que rinden al máximo tanto a nivel profesional como académico y que tendemos a considerar como referentes de éxito y logro. Hasta ahí todo bien. Lo que no sabemos es cómo las personas que se les acuña el término de “triunfadores” lo viven y lo digieren internamente. Ocurre que, como la luna, tienen una cara que no muestran y esa parte es su sentimiento de ser un fraude, donde su éxito es debido más bien a un golpe de suerte y no tanto a su determinación, esfuerzo o talento natural.
Habrás percibido que, a lo largo de nuestros días, el término “síndrome del impostor” ha ido haciéndose más perceptible y estar más próximo en tu entorno o, quizás ahora que lo estás leyendo, estás viéndote reflejado/a en cada palabra.
En la actualidad, el “síndrome del impostor”, también denominado “síndrome del fraude”, no es un trastorno reconocido en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, aunque sí es un fenómeno bastante usual. Se estima que más del 70% de las personas han padecido este síndrome en algún momento de su vida o que aún sufren por ello.
La mirada del «impostor» protagonizada por la falta de confianza en sí mismo
Desde la mirada del “impostor”, no se percibe una confianza palpable de que los logros alcanzados sean el resultado de todo el esfuerzo, perseverancia y dedicación manifiesto. Más bien, se perciben a ellos/as mismos/as como personas con limitaciones bloqueantes en su vida profesional o académica. Su realidad toma distancia y se alejar de la ilusión sobre las ideas, sueños o proyecciones que en la mente creamos e ideamos, pero para uno mismo.
Todo queda ahí, en el mundo de las ideas, en nuestra imaginación o ilusión por conseguir algo. Ahora bien, cuando nos acercamos o hemos alcanzado ese propósito, acarreamos todo el éxito a la suerte, las circunstancias, al apoyo recibido, etc. “He estado en el lugar correcto en el momento adecuado”. Es decir, a todo aquello que sea ajeno a nosotros, a nuestras capacidades, nuestra inteligencia, nuestros valores, nuestra actitud. Como que uno mismo y sus aptitudes no hubiesen sido protagonistas de sus propios logros y hubiera sido espectador de su vida, evitando brillar a fin de no destacar.
Y quizás te preguntes, ¿de dónde viene esta distorsión sobre uno/a mismo/a?
El síndrome del impostor puede estar generado por diversos factores que hacen potenciar esta sintomatología. Es cierto que puede ser otro síntoma de baja confianza en uno mismo e, incluso, de humildad excesiva. Sin embargo, sentirse un frauda implica un miedo constante a la exposición, el aislamiento y el rechazo. A su vez, está relacionado con otros sentimientos de duda, como el miedo al éxito, miedo al fracaso o autosabotaje.
Según un ensayo publicado por la Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología (AECP), el síndrome del impostor está ligado al pesimismo defensivo. “El Pesimismo Defensivo y el Síndrome del Impostor tienen dos cosas en común: la existencia de dudas acerca de la propia habilidad, el miedo al fracaso y el mantenimiento de unas bajas expectativas de resultado, todo ello a pesar de una importante historia de éxitos».
¿Qué otras variantes pueden reproducir el Síndrome del Impostor?
Sin duda, otro de las variables importantes es el sistema de reforzamiento que haya recibido en mi familia y educación, siendo muy recurrente en entornos donde se ha valorado en exceso los logros alcanzados o que hayas percibido que tus cuidadores hayan actuado así previamente.
Al igual que las vivencias personales también son relevantes. El síndrome del impostor y la ansiedad social pueden superponerse. El síndrome de impostor a menudo hace que las personas experimenten una sensación de ansiedad cuando se encuentran en situaciones en las que se sienten inadecuadas, sienten falta de confianza y de competencia en ellos mismo.
El valor sobre uno mismo recae en externalizar la valía de los logros que, a su vez, genera malestar recibir un elogio en cuanto que en su interior no suena coherente con la percepción de uno mismo. Más bien, reciben ese reconocimiento desde el rechazo de su propia valía y lo perciben como una imposición de “tener que” seguir estando a la altura.
¿De qué forma se cristaliza en el tiempo?
Lo primero que debemos saber es que el síndrome de impostor a menudo arremete en los momentos de éxito: nuevo puesto de trabajo, promocionar, comenzar su propio negocio, ser responsable de enseñar a otra persona, ser padre por primera vez, o asumir nuevas responsabilidades adicionales.
Ante tales circunstancias, los propios sentimientos de “tengo que”, “debería”, “se espera de mi que…” promueven el trabajar más duro para no ser “desenmascarado/a”. Esto supone un visible éxito y reconocimiento externo que acrecienta su síndrome generando altos niveles de estrés y ansiedad.
Estos desajustes afectan, indudablemente, en su productividad de forma directa dando lugar a “cambios descendentes”. Es cuando se revisan los objetivos, postergan o trabajan duramente para así justificar de una forma más “coherente” que su éxito se debe al trabajo duro y no tanto a su talento particular.
A su vez, se explica que el síndrome del impostor puede pasar por dos niveles: Uno de ellos es aquel que desaparece con el paso del tiempo y con la experiencia que se va adquiriendo. Este mismo puede manifestarse de nuevo cuando nos sentimos inseguros ante un nuevo cambio en el trabajo o nuevo reto.
Por otro lado, otro de los niveles del síndrome del impostor es aquel que empeora en el tiempo a pesar de la experiencia, donde la persona es incapaz de asimilar sus logros. Resultado final: frustración por no lograr los objetivos de una forma realmente válida para uno mismo, apáticos ante la falta de motivación personal, inseguridad por miedo a perder ese “control” inferido y desestabilización mental que te impide alcanzar tu verdadero potencial. El coste a medio largo-plazo genera constante ansiedad y que acaba afectando a tu vida y con sentimientos de incapacidad para cumplir con sus estándares de logro autoimpuesto.
Si has leído lo anterior y resuena en tu interior, revisa si las siguientes premisas también forman parte de tu gestión de éxito y logros:
- Tengo una marcada tendencia a minimizar y subestimar mi éxito.
- Constantemente me veo desvalorizando mis éxitos y capacidades.
- Tiendo a ser una persona muy perfeccionista y exigente conmigo.
- Tengo una baja autoestima y un pobre autoconcepto de mí mismo/a.
- Siento mayor inferioridad ante la actitud despectiva o crítica de personas del entorno.
- Las envidias de los otros sobre mis logros me incomodan y tiendo a evitar destacar.
Por ello, si tuviésemos que resumir los síntomas del síndrome del impostor son:
- Sentirse inadecuado y dudar de sí mismo
- Exhibir tendencias perfeccionistas
- Temor a ser descubierto y sometido a juicio
- Negarse a ser dueño de su éxito.
Aquí no se acaba todo, estamos a tiempo para tomar las riendas de tus éxitos y capacidades.
El pensamiento negativo, la duda y el autosabotaje que a menudo caracterizan el síndrome impostor pueden tener un efecto invasivo en muchas áreas de tu vida. Si a menudo sientes que eres un fraude o un impostor, puede ser útil hablar con un terapeuta.
La vida es una carrera de fondo, no de velocidad. No te aceleres, pisa firme y asegúrate que has dado cada paso de una forma consciente y acorde a tus necesidades.
Y si necesitas acompañamiento en este proceso, recuerda que estamos aquí para ayudarte, no estas solo/a.