CUIDAR DE… Y DESCUIDAR-SE: ¿Por qué es importante el autocuidado?
¿Por qué es importante el autocuidado?
Cuidar.
Lee de nuevo la palabra y observa qué pasa.
C-U-I-D-A-R
¿Con qué te conecta?
Cuando hablamos de cuidado en nuestra vida cotidiana, puede que nos conecte con el cuidado a nuestros hijos, nuestras parejas, nuestro trabajo, nuestras mascotas, nuestras cosas, nuestro entorno… Es una forma de dar y entregar para mantener o, en muchos casos, para mostrar que «estoy».
A esto lo podemos llamar nuestro mundo exterior, nuestro contexto y nuestro vincular con el otro «a través de».
Ante todo ello, nos hemos habituado a poner el foco fuera, fuera de nosotros, fuera de uno mismo. Hemos reforzado positivamente el cuidado desde “el hacer por el otro”, “evitar no dañar al otro”, “tratar de ser buena persona”, “no hacer enfadar” y “ser educado y responsable”, entre otras predisposiciones. Sin duda, hemos aprendido a saber comportarnos, de la mejor forma posible, en el contexto en el que vivimos, aun cuando nuestro interior no está conforme.
Hasta que un día, surge nuestro conflicto interior
«¿Y yo cuándo? ¿Y para mí? ¿Por qué tengo que perdonar? ¿Soy mala persona? ¿Es lo que realmente quiero y necesito? ¡Es injusto!” “¡No quiero!”
Eso sucede cuando nuestro mundo interior reacciona pidiendo que también necesita ser visto y ser cuidado con mayor ímpetu que el resto. Es el momento que nuestro interior nos pide que miremos con atención para que podamos hacernos visibles a nuestros ojos.
Vivimos en una sociedad cargada de redes sociales, importancia del físico y superficialidad donde escondemos nuestros valores reales para lucir nuestro mejor aspecto. Nuestro atractivo empieza a depender de nuestro mejor selfie, de la cantidad de seguidores y de las comparativas que hacemos con los otros.
Vivimos en la constante preocupación del «hacer, hacer, hacer» que tanto nos aleja de la verdadera conexión con nosotros mismos, como una de las formas de autocuidado máximas. No atender a nuestro espacio hace que nos desconectemos y llenemos nuestra vida de ruido constante y nada calmante.
Disponemos de mucha información y, muchas veces, no sabemos gestionarla. Nos pegamos atracones de estímulos y ni siquiera nos paramos a ver si realmente lo estamos digiriendo. Seamos conscientes de todo ello y empecemos a mirar nuestros mundos reales, los filtros que nos ponemos a nosotros mismos y las etiquetas que duramente nos fijamos gratuitamente.
¿Cuándo ha sido la última vez que ha estado simplemente en silencio, estando conectado con el momento presente, sin nada que hacer, ni ver, ni escuchar? Escuchando cómo respiras, el latido de tu corazón, el ruido de fuera y viendo cómo circulan tus pensamientos unos y otros, más o menos intrusivos, placenteros o invalidantes.
Tu mundo interior necesita ser escuchado, necesita ser cuidado
En tu mundo interior, es posible que encuentres partes más divertidas, partes más cansadas, más tristes y enfadadas. Descubrirás partes más inquietas y creativas. Partes más vulnerables y necesitadas. Partes que aún no han recibido la luz o que se esconden para no sentir vergüenza. Y partes que constantemente se muestran para aparentar o para defenderse. Todo ello es tuyo y todo ello necesita ser cuidado.
A partir de este momento, se encadenan muchas más situaciones y encuentros vitales: cómo me trato a mi mismo/a, cómo me hablo, si soy amable y me doy consuelo, si hablo de mi en primera persona y no utilizo el «nosotros» (1ª persona del plural) cuando en verdad estoy hablando de mí. Cómo me alimento, si me dedico tiempo, dónde me coloco en mi propia escala de valores, si me doy cuenta de que lo que me disgusta de los y las demás en el fondo es un reflejo de algo mío y me hago consciente de ello y de que lo que veo en los demás, yo también lo tengo o lo soy…
Porque lo que está fuera, también está dentro (sin lugar a dudas, los demás son nuestros espejos y nos devuelve aquello que resuena en nosotros; pero como siempre, está en nosotros/as querer verlo y atenderlo), un sinfín de opciones y oportunidades para ponernos en valor o no.
La vida es una constante de aprendizaje
Mi gran amiga Vero y compañera psicóloga, siempre me recuerda que, la vida es un constante aprendizaje, un viaje de autocuidado, también de dificultades y de momentos extraños.
Valora el hecho de no dejar nunca de aprender. Cada cual decide con qué se queda y con qué no, lo importante es chequear la vida a base de la experiencia…sin duda, la vida se vive viviéndola, no contándola.
Vivir en conexión con el presente, disfrutando o no, de lo que ocurre aquí y ahora, también es una forma de cuidarnos.
Párate por unos instantes, revisa tu interior y pregúntate:
¿Me cuido mi interior?
¿Me tranquiliza mi autocuidado?
¿Mi interior está en calma?
¿Siento que todo está integrado?
¿Siento coherencia conmigo mismo/a?
Ahí es donde encontrarás la respuesta más sincera y real a estas preguntas.
Chequea de nuevo.
Cuidar de ti, no es ser egoísta, es sanador.
Cuánto nos PRE- ocupamos, sin ni siquiera ser conscientes de ello
¿Qué va a ocurrir dentro de 15 minutos? No tenemos ni la más remota idea y cuánto nos PRE- ocupamos, sin ni siquiera ser conscientes de ello. La mayoría de las situaciones o eventos que adelantamos en muchas ocasiones no llegan ni a ocurrir, pero muy a menudo las vivimos como si fueran reales. De ahí que tengamos pensamientos sesgados, automáticos e irracionales.
¿Qué ocurrió antes de ayer? ¿Es algo que pueda resolver aquí y ahora?¿Puedo atenderlo ahora, sujetarlo en este momento? ¿Puedo vivir en el ayer?… Valoremos que lo único que tenemos entre las manos es el presente, y si no lo sujetamos, se nos escurre entre las manos.
Conectar con lo que me ocurre aquí y ahora, con lo que quiero y siento en este momento y, a partir de aquí, valora qué hago con esto que siento y con ello. Y, una vez hecho, qué vuelvo a sentir…Son preguntas claves para cuidarnos.
EL MIEDO
Un ejemplo claro….el miedo. Puedo sentir miedo por algo, por alguna situación y a partir de aquí, qué hago con ello: dejo que el miedo me invalide o por el contrario enfrento la situación con miedo.
Agarro mi miedo de la mano, camino con él y estoy presente, y encima, si me atrevo, lo digo en alto: estoy haciendo «esto», estoy muerta de miedo, pero aquí estoy; y tiemblo, y lo sujeto, pero aquí me tengo, mi luz y mi sombra.
De cada cual depende la vivencia de esto, de si es nuestro momento para ello, si no…de si me lo he planteado o si ni siquiera lo he hecho, de si estoy preparado/a para escuchar según qué cosas o si mi cabeza y también mi cuerpo no pueden encajarlo porque no es el momento…
Todo el mundo tenemos nuestros tiempos, para todo, para absolutamente todo y nada está bien o mal, simplemente «está» y cada cual decide cómo vivirlo, podemos pasar de puntillas o decidir mojarnos.
Y todo está bien, libertad y sobre todo asumamos la responsabilidad de lo que hago, digo y decido…la vida también pasa por aquí.
Ante cualquier problema que esté luchando contra tu bienestar, recuerda que estaremos encantadas de ayudarte.