Miedos: ¿Qué relación tienen con la autoestima y la ansiedad?

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¿El miedo se relaciona de forma directa con tu autoestima y la aparición de ansiedad?

El enlace entre el miedo, la autoestima y la ansiedad

Los miedos son, en muchos sentidos, nuestros acompañantes silenciosos a lo largo de la vida. Aunque su propósito es protegernos, a menudo terminan limitándonos, haciéndonos sentir que estamos encerradas en una cárcel invisible donde la autoestima y la tranquilidad parecen estar siempre fuera de alcance. Este enlace entre el miedo, nuestra autoestima y la ansiedad es complejo y profundamente personal, pero explorarlo puede ofrecernos claves valiosas para una mayor comprensión y consiguiente liberación.

Cuando vivimos con miedos a los que tememos enfrentarnos y, por lo tanto, no los enfrentamos, permitimos que se arraiguen en lo más profundo de nuestra autoimagen. Así, al evitar constantemente las situaciones que nos asustan, comenzamos a crear una historia en la que dejamos de ser los protagonistas de nuestra vida, y empezamos a ser meros observadores de nuestra realidad. Esta postura alimenta la creencia de “no soy suficiente”, de que estamos incompletos o dañados de algún modo y sentimos esa tristeza y vacío interior. Por lo tanto, cada vez que esquivamos un temor, no solo le damos más poder, sino que también minamos nuestra propia valía.

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Foto de Timo Masri en Unsplash

La ansiedad se alimenta de estos miedos

Por otro lado, la ansiedad se alimenta de estos miedos no resueltos. Nos hace estar hipervigilantes ante la posibilidad del fracaso o del juicio lo que, a su vez, intensifica el miedo, creando un estado de constante alerta y anticipación negativa. En este estado, es difícil encontrar paz o disfrutar del momento presente, ya que siempre estamos esperando que el próximo desafío aparezca y creyendo que “algo malo va a pasar o está por venir”.

Para romper este ciclo, necesitamos enfrentarnos a nuestros miedos. Esto no significa que debamos enfrentar cada temor de golpe, sino iniciar un proceso de reconocimiento y aceptación. Aceptar nuestro miedo no implica resignación, sino todo lo contrario. Al reconocerlo, lo sacamos de nuestras sombras, le damos la luz que necesita para ser visto y reducimos el poder que estaba teniendo sobre nosotros.

La importancia de tolerar la incomodidad

A partir de ahí, podemos comenzar a cuestionar la narrativa que hemos construido alrededor de nuestros temores. ¿Es realmente cierto que siempre fallaremos? ¿Es justo con nosotros mismos vivir siempre en anticipación de la crítica o el rechazo? Al desafiar estas creencias, podemos empezar a ver fisuras en la fortaleza que el miedo ha construido en nuestra mente.

Este proceso también implica aprender a tolerar la incomodidad. Crecer y superar nuestros miedos a menudo significa estar dispuestos a sentirnos incómodos, al menos, temporalmente. Y hay algo muy positivo en esta incomodidad: es un signo de que estamos empujando nuestros límites, expandiendo las fronteras de nuestro mundo personal y eso forma parte de tu proceso de sanación.

Algunas estrategias para afrontar el miedo:

  • Aceptación consciente: El primer paso para manejar el miedo es aceptarlo tal y como se presenta. A menudo, tendemos a evadir o negar nuestras emociones desagradables, pero reconocer y aceptar el miedo es fundamental para activar tu cambio. Aceptar no significa resignarse, sino reconocer que el miedo es parte de la experiencia humana. Esto nos ayuda a entenderlo mejor y a reducir su impacto negativo, permitiéndonos procesar nuestras emociones de manera constructiva.
  • Reconocimiento y comprensión: Es crucial aprender a identificar el miedo y comprender cómo tiende a manifestarse en cada uno de nosotros. Observa cómo reacciona tu cuerpo al miedo: quizás notes tensión muscular, un aumento en la frecuencia cardíaca o cambios en la respiración. A nivel mental, el miedo puede traducirse en pensamientos angustiosos o negativos. Reconocer éstos signos te da una base para entender tu miedo y te prepara para abordarlo de manera efectiva.
  • Relajación y calma: Ante el miedo, nuestro cuerpo se prepara para responder a una amenaza, real o imaginaria. Por ello, técnicas como la respiración profunda, la meditación o la escritura terapéutica pueden ser muy eficaces para reducir la respuesta de estrés y calmar tanto la mente como el cuerpo. Practicar estas técnicas regularmente puede ayudarte a gestionar mejor las situaciones que generan miedo.
  • Enfrentamiento gradual y apoyo: Afrontar el miedo no significa exponerse de manera imprudente a situaciones extremas, sino hacerlo de forma gradual y controlada, especialmente cuando el miedo no corresponde a un peligro real. Identifica qué es lo que te asusta y comienza a exponerte a ese miedo de manera progresiva. Además, recuerda que buscar apoyo, ya sea de amigos, familiares o profesionales, es un paso valioso. Compartir tus experiencias te puede proporcionar nuevas perspectivas y estrategias para manejarlo o, al menos, para que el miedo sea menos miedo.

La terapia: una herramienta crucial en el proceso

La terapia puede ser crucial en este proceso. A veces, necesitamos que alguien nos sostenga el espejo para ver con claridad cómo nuestros miedos nos han moldeado, qué reflejan en nosotros y cómo podemos comenzar a remodelar esa imagen. Al final, enfrentar nuestros miedos es una forma de crecimiento personal.

Cada paso que damos para afrontar aquello que nos asusta añade un ladrillo más a los cimientos de nuestra autoestima, ayudándonos a vivir con menos ansiedad. No es un camino rápido ni sencillo, pero sí es profundamente transformador. A lo largo de este proceso, no solo aprendemos a convivir con nuestros miedos, sino también a evolucionar gracias a ellos, descubriendo que detrás del miedo hay una versión de nosotros mismos más fuerte y completa que está esperando salir a la luz.

Si crees que es momento de iniciar este viaje, estaremos encantadas de ayudarte.

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